Pocos juguetes despertaron más ansia y obsesión en mi infancia como lo hicieron las figuras articuladas de Los Caballeros del Zodiaco de Bandai.
Fue entre 1991 y 1992 cuando Telecinco le dio una segunda oportunidad a una serie que no era nueva en nuestro país. A principios de 1990 se emitieron los primeros capítulos de Caballeros del Zodiaco en TVE. La serie que trataba las aventuras y desventuras de un grupo de adolescentes convertidos en guardianes de la paz y la justicia con brillantes armaduras de bronce, luchando contra otros caballeros que portaban las mismas defensas de plata y oro, pasó sin pena ni gloria y fue cancelada apenas 26 capítulos desde su estreno. Pero cuando un año después "Tu cadena amiga" los puso en parrilla, cosas de la vida y de atinar con el horario, el boom fue total y todos los niños de España quisimos ser Seiya, Shiryu o el Fénix mientras lanzábamos meteoros imaginarios al aire.
Al calor de la serie, como era de esperar, surgió merchandising de lo más variopinto. Álbumes de cromos, chicles, pegatinas y por supuesto...figuras de acción.
Las figuras de acción llegaron de la mano de la japonesa Bandai y fueron el objeto de deseo de todo niño. Muñecos a los que les podías poner y quitar la armadura, y para más gozo, poner esa armadura sobre un soporte que simulaba la constelación del caballero en cuestión, tal y como salía en la serie cuando la armadura brotaba de su caja.
Las hubo de todos y cada uno de los caballeros, desde los protagonistas, los caballeros de bronce, Pegaso, Dragón, Cisne, Andrómeda y Fénix. Hasta los -a priori- antagonistas, que no lo son tanto, los 12 caballeros de los signos zodiacales, pasando por personajes más secundarios como Marin del Águila, mentora de Seiya (Pegaso) en la historia.
Estas primeras figuras que entonces nos parecían la leche, hoy se ven toscas y feas, más cuando Bandai ha seguido sacando figuras hasta hoy día y (evidentemente más de 35 años después) son auténticas maravillas completamente fieles al manga y al anime.
Yo siempre fui fan del Dragón. Shiryu era mi fucking ídolo. Amaba mi chándal de tactel verde fosforito porque me veía como ese caballero de bronce entrenado en los cinco picos, dispuesto a salvar el universo con su puño del dragón.
Pero nunca me cayó la figura de Shiryu. Ni ningún otro caballero de Bronce (Seiya de Pegaso e Ikki del Fénix hubieran sido excelentes opciones). Tampoco expresé deseos concretos sobre una...sólo quería un caballero del zodiaco, me daba igual cuál fuera.
Y llegó. El primero fue Sagitario.
Han pasado 34 años y podría describir minuto a minuto ese mediodía en el que recibí la caja dorada de Sagitario. No fue un regalo por nada concreto. Llegué del colegio al mediodía y mi madre cogió una bolsa del Pryca que había encima de la mesa y me la dio. Dentro había algo envuelto. Recuerdo romper el papel y colapsar cuando vi la caja amarilla y las letras de "Caballeros del Zodiaco". No era Seiya. No era Shiryu. Pero me daba igual. Era un caballero. Era Sagitario. El protagonista de toda la movida. Para mí era Seiya con su armadura de oro (no iba desencaminado) y ahora era mi juguete favorito.
Siempre me ralló que le pudieras quitar toda la armadura menos los zapatos. Me parecía una imprecisión por la cual deberían rodar cabezas. Aún así, Sagitario se venía conmigo a todas partes y tanto lo usé que los pies de metal, acabaron rompiendo el plástico de las piernas que lo sujetaban. Lo reparaba continuamente gracias a mi manejo del loctite y el celo. Y al poco, un segundo caballero se uniría al escuadrón de mi habitación.
Vino Virgo
Mi tía abuela. Un ser de luz tan beligerante en sus discusiones como amable y cariñosa con sus sobrinos. Me regaló por navidad a Virgo. Guiada por mis padres acudiría al mismo Pryca que apenas separaba 500 metros de nuestras casas y le diría "Quiero un Caballero del Zodiaco 'desos'" y el dependiente le diría "¿Cuál?" y entre las opciones mi tía, creyente absoluta en la astrología, el más allá y los destinos, diría "Ah, pues el chico es Virgo, dame Virgo" y así acabo Shaka en mi casa.
Shaka. El mejor caballero sin discusión alguna. El caballero más cercano a un Dios. Él y Sagitario se embarcaron en cientos de aventuras, derrotaron a los Masters del Universo, se aliaron con las Tortugas Ninja para salvar los peluches de la cima de la montaña inescalable (una litera!!) y participaron en carreras de Formula 1 subidos -literalmente- a los bólidos de mis ídolos de las cuatro ruedas.
Y con Escorpio, tres.
El último caballero de Oro que se unió a los héroes fue Escorpio. De nuevo mi tía abuela. La mecánica era sencilla, fue de nuevo al centro comercial. ¿Recordáis lo de la astrología, el más allá y todas esas zarandajas? Pues resulta que tengo ascendente Escorpio, o eso decía ella, así que Milo de Escorpio hizo su petate y se vino para casa.
Con mi triple entente, las tardes de aquel 1992 pasaron como si de otro capítulo de mi serie favorita se tratase. Me inventaba un sinfín de historias, y resolvían situaciones de las formas más ocurrentes (como cuando perdí por un tiempo en mi habitación algunas piezas de la armadura de Sagitario y Shaka le 'cedió' su armadura a Aioros para que pudiera ir en su búsqueda...)
Y llegamos a Poseidón
El último de los caballeros de mi escuadra, llegó para las navidades del 92. En aquel momento, ya estábamos tragándonos una reemisión (Telecinco le dio dos pasadas a los 114 episodios en fechas similares desde septiembre de 1991 a marzo de 1993) y el interés de la chavalada una vez pasó la trama de Santuario y de Asgard, se diluyó un poco.
De hecho creo que no fue hasta que no tuve acceso a comprarme, ya de adolescente, los DVDs de la serie cuando vi la trama de Poseidón.
Es por eso que cuando una tía a la que veía de ciento a viento me trajo a Kanon de Dragon Marino, pues ni fu ni fa. No tenía ningún vínculo con el personaje y no sabía de qué pie cojeaba (como iba a saber en ese momento que estaba ante el otro gemelo de Géminis, el hermano de Saga...) y la verdad es que aunque fue uno más en mi elenco de juguetes, nunca tuvo el impacto emocional que tuvieron los otros tres.
La moda siguió un tiempo. En Mayo de 1993 se empezó a vender el Manga en España, cuando ya hacían 2 meses que habían terminado las emisiones de la segunda redifusión del Anime. En mi caso, compré puntualmente el manga durante aproximadamente un año (o un poco menos, tendré unos 40 de los 83 tomos que publico Planeta de Agostini, dejando incompleta la colección en 1995 cuando las ventas se fueron a pique) y los primeros números les tuve un cariño especial.
Pero eso ya...para otro post.
Saludos y hasta mañana!